Durante las primeras décadas de la epidemia de tabaquismo, en los países desarrollados, los fumadores ricos superaban en número a los fumadores pobres. Pero en las tres últimas décadas, este comportamiento se ha revertido. Los hombres de altos ingresos de los países ricos han abandonado notablemente el cigarrillo, mientras que los que perciben bajos ingresos no lo han hecho, al menos en proporción similar.
En Noruega, el porcentaje de hombres con altos ingresos que fuman, cayó del 75% en 1995 al 28% en 1990. Durante el mismo período, los hombres de bajos ingresos disminuyeron el consumo de tabaco, pero menos significativamente, del 60% en 1955 al 48% en 1990.
En Gran Bretaña, sólo son fumadores el 10% de las mujeres y el 12% de los hombres de alto nivel económico, mientras que en los grupos socioeconómicos bajos las cifras se triplican: 35% y 40% respectivamente.
La misma relación se observa al considerar los grupos humanos según su nivel cultural. En general, los individuos que han recibido poca o ninguna educación son más propensos a fumar que aquellos que recibieron mejor educación.
Hasta hace poco tiempo se pensaba que la situación en los países pobres o de medianos recursos era diferente. Sin embargo, investigaciones recientes, han demostrado que las personas con bajo status económico-cultural fuman más que las ubicadas en un nivel más alto de la escala. (India constituye una excepción, donde los fumadores de nivel universitario consumen más cigarrillos (de alto valor comercial) que los fumadores de pobre nivel educativo que a su vez son altos consumidores de «bidis»)
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